2/12/09

Un hombre bueno y medio sucio


Las palabras “ética” y “periodismo” suenan ambiguas puestas juntas en un contexto actual. En un mundo idílico, este par estaría siempre presente y a la orden, sin embargo el mundo mediatizado y las gigantescas corporaciones con sus millones de dólares hacen algo imposible dicha realidad. A pesar de que ésta práctica no exista, lo que deja a uno esperanzado no es el medio, sino las personas que trabajan en él.

Para la fortuna de los pocos que creemos en el concepto de Rousseau del buen salvaje, existen algunas personas que aún se interesan por el bien de los demás. En The harder they fall, vemos la historia de un reportero (Humphrey Bogart) que utiliza el periodismo para crear la imagen de un boxeador (Toro), que no tiene habilidad alguna. Esta práctica nos muestra que el dinero le gana a todo, incluso a costa de la dignidad y salud de las personas. Sin embargo, con Toro casi muerto y su consciencia más sucia que nunca, Bogart se redime y le concede el dinero ganado por las peleas al pobre boxeador.

La historia más que hablar de la ética del periodismo o de los periodistas, nos muestra lo que somos los humanos. Muchas veces conocemos lo que autodenominamos como “límites”, sin embargo somos tan susceptibles a caer en tentaciones y hacer errores que no hay más que arreglar lo hecho. Este es el caso de Bogart cuando vio la magnitud de su error, se dio cuenta que para poder dormir por las noches era imperativo ser empático, ya que de no ser así habría pasado de humano a monstruo.

Como podrán ver, la película nos demuestra que no existen utopías en la vida, ni mucho menos seres perfectos. La ética va de la mano con este concepto, ya que sin conocer lo “malo” es difícil entender la importancia de lo “bueno”. Así como todo, en este juego de la ética, los errores son necesarios para aprender y sólo de ellos crecemos. Por fortuna, Bogart hizo lo correcto y pudo redimirse de la forma más honorable al darle el dinero a Toro y denunciar el lado oscuro boxeo, por fin utilizando al medio para algo bueno.


Dibujos, burbujas y texto

















El año de 1934 introdujo al mundo a una nueva forma de literatura para las masas. Lo que hoy conocemos como los cómics o libretas animadas tienen sus orígenes en ésta época. Desde luego, la aparición de superhéroes no era algo nueva en la sociedad, sin embargo el contexto mundial (post Gran Depresión) era el indicado para historias fantasiosas.

El 7 de enero de este año, el dibujante Alex Raymond crea la historieta Flash Gordon para el King Features Syndicate. Éstos dibujos que aparecían semanalmente, crearon el formato que definiría el estilo de los cómics. Algunas de las características más típicas de los cómics son: el diálogo encapsulado (en burbujas), los dibujos en plena acción, el traje arquetípico, etc. Asimismo, las historias de Raymond elevaron el contenido de las historietas dominicales y convirtieron en algo agradable su lectura.

Con el paso del tiempo, compañías como Marvel y DC llegarían a ser los reyes de la industria. Stan Lee, el creador de Marvel nos presentó a Spider-Man en 1962 que cautivó a los jóvenes de la época, y dio paso a los cómics al mainstream norteamericano. Tal ha sido su éxito que casi 50 años después aún se encuentra en circulación esta publicación bajo el nombre The Amazing Spider-Man.

En los últimos años, hemos visto la llegada de los personajes e historias de cómics a la grande pantalla. Esta realidad sólo demuestra su relevancia dentro de la sociedad, y la necesidad del pueblo para creer en alguien que pelea por lo correcto. Durante tiempos difíciles, los humanos recurren imágenes e iconos en busca de inspiración y fuerza, algo que los personajes arquetípicos poseen. Sin embargo, sus virtudes y carencias, así como su aspecto nos recuerdan que en el fondo son tan humanos como cualquiera y que una persona común y corriente puede hacer un cambio.